Al comienzo, hace meses, una muchacha apareció en nuestra
clase.
No era como Miguel, Iván, Claudia, Olivia y Carlota.
Era diferente, estaba hecha con lana.
La crearon para Femuka.
¿En realidad no tenía vida?
Claro que tenía vida. Una mañana al entrar en clase vimos a
la muchacha de lana hablando con una niña misteriosa a la que nunca habíamos
visto. La niña vestía uniforme y llevaba una mochila colgada al hombro.
Salimos corriendo y nos metimos en el baño. Por la ventanilla espiamos a las muchachas.
De repente, la muchacha de lana se dio cuenta de nuestra presencia y nos invitó
a entrar en la clase. Por supuesto que entramos. Queríamos saber quiénes eran
esas extrañas.
... nos metimos en el baño... |
- -¿Qui…
qui… quiénes sois? – preguntamos titubeando.
- -Empecemos
por el principio. Me llamo Lanitas – dijo la muchacha de trapo-. La niña que se
encuentra a mi lado se llama Lulú. Es muy tímida y le da vergüenza hablar con
personas del planeta Tierra.
Me llamo Lanitas. |
- -¡Ah!
¿Es que no sois de la Tierra?- preguntamos asombrados.
- -No.
Somos de la Galaxia Blandita. Yo soy del planeta Lana donde todo es de lana.
Lulú es del planeta Blandiblú donde todos son humanos muy tímidos y elásticos.
Somos de la Galaxia Blandita. |
Entonces
Lulú estiró el cuello para demostrar su elasticidad. Nos quedamos con la boca abierta.
- -¿Qué
hacéis en la Tierra?- preguntamos.
- -Hemos
venido a ayudaros con el Femuka para que no quede ninguna parte del pueblo sin
decorar porque tememos que no lleguéis a tiempo. He traído cosas de mi planeta.
Mirad…
Y nos enseñó hierba, flores y mariposas de su planeta hechas
de lana que Lulú llevaba en su mochila. Las mariposas empezaron a volar y Lulú
tuvo que estirarse mucho para cogerlas.
-
Lanitas,
¿de qué conoces a Lulú si venís de planetas distintos?
-
La
familia de Lulú viajó a mi planeta y me recogieron porque yo era una niña
huérfana. Desde entonces tengo una familia. Somos como hermanas- se emocionó
Lanitas llorando trocitos de lana de diferentes colores.
Imprevisiblemente, cuando fueron a repartirse la lana para
ponerse a trabajar… ¡solamente había ovillos de color gris!
Los chicos y las chicas de la clase se quedaron decepcionados.
- ¿Cómo
vamos a adornar el pueblo con este color tan triste? – dijeron todos …
Lulú, al ver a los chicos tan tristes, rompió su timidez y dijo:
- ¡Tengo
una idea! ¿Qué os parece si con las lágrimas de Lanitas hacemos ovillos de
colores?
-
¡Nos
parece genial! – dijeron todos.
Pero entonces, Lanitas se quedó muy triste … Eso significaría
que tendría que estar llorando ovillos y ovillos de lágrimas.
- ¡Pero
Lanitas, no estés triste! – dijo Lulú-. Te haremos llorar de la risa con
montones y montones de cosquillas.
A todos les pareció una buenísima idea.
Todos se pusieron manos a la lana, y rieron tanto que casi
sin darse cuenta hicieron tanto Femuka como para adornar su pueblo y parte de
otro.
Lulú, con su elasticidad, consiguió colocar todos los adornos
en las ramas de cada árbol. Y con ayuda de sus compañeros lograron dejar el
pueblo tan bonito…
Lulú y Lanitas había terminado su trabajo y debían volver a
su planeta. Sus compañeros se quedaron un poco tristes, pero con la
satisfacción de haber trabajado juntos y la esperanza de poder volver a verlas.
...consiguió colocar todos los adornos... |
Y como dice Don Fermín, este cuento llegó a su fin.
FIN
¡Qué cuento más bonito!
ResponderEliminarEnhorabuena a todos los niños y niñas que lo han escrito.
Seguro que La Estación del Espinar quedará precioso con todos los adornos hechos con la lana de Lanitas y la ayuda de Lulú.
Un beso a todos.
Raquel
Hola Raquel!!
ResponderEliminarQué tal estás??
Te queremos mucho! y te echamos mucho de menos...
Esperamos que te recuperes pronto!!
Muchos besos de Erika, María, Jaime, Heydant, Luna, Adelina, andy, Sergio, Jose y Virginia