lunes, 26 de enero de 2015

LEYENDA DEL HADA PRESSINA Y EL REY ELINAS

Esta semana hemos estudiado qué son las leyendas y hemos buscado y contado leyendas a nuestros compañeros. Vamos a reproducirlas para que las conozcáis.

Empezamos con la leyenda del Hada Pressina y el Rey Elinas

No hacía mucho tiempo que el rey Elinas de Albania, tierras que hoy conocemos como Escocia, se había quedado viudo. Consolaba desde entonces su tristeza cazando en soledad sin albergar esperanzas de encontrar el amor de nuevo.

Cierto día ocurrió que se acercó a una fuente para beber y allí encontró a una bella mujer que entonaba un canto igual de bello. Su nombre era Pressina y resultó ser un hada. El rey se enamoró en ese mismo instante de ella y le pidió matrimonio. Ella con una única condición: "No has de visitarme cuando este dando a luz", le dijo a su futuro esposo.

El rey y el hada se casaron y pasado un tiempo llegó el momento de tener descendencia. De un sólo parto nacieron tres hijas a las que luego llamarían Melusina, Melior y Palatina. 
Pero sucedió que fue tan grande la alegría del rey que, olvidando la condición impuesta, entró en los aposentos de su reina justo en el momento en que bañaba a sus recién llegadas hijas. Pressina enfurecida desapareció llevándose consigo a los bebés y se escondió en una isla desde la cual podía verse Albania. No quería olvidar la traición de su esposo ni que sus hijas crecieran sin saber que por culpa de su padre la felicidad familiar ya no formaba parte de sus vidas. 

Como era de esperar, Melusina y sus hermanas odiaron a su padre en cuanto tuvieron uso de razón planificaron su venganza en secreto. Habían ya cumplido 15 años cuando finalmente secuestraron al rey y le encerraron en lo más alto de la montaña Brandelois.

Pero la reacción de su madre no fue la que esperaban cuando, eufóricas, le contaron lo que habían hecho. Pressina montó en cólera y se enfadó sobre todo con Melusina, a la que consideró principal responsable, y la convirtió de cintura para abajo en serpiente condenándola además a vagar así por el mundo hasta que algún hombre quisiera casarse con ella bajo la condición de que habrían de verse nunca en sábado.




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